Uexhüll,biólogo y filósofo alemán, se centró en el estudio crítico de los principios de la biología, entendida como una ciencia natural que utiliza métodos empíricos como la observación y la experimentación. Sin embrago, considera que "el pensamiento biológico no pertenece al mismo tipo que el pensamiento físico o químico". De este modo, defiende el principio de la autonomía de la vida.
En acuerdo con él,
la vida depende de sí misma y, por lo tanto, no puede ser descripta ni
explicada mediante términos físicos o químicos. Además, no existe una realidad
absoluta, única, homogénea e igual para todos los seres vivientes; por el
contrario, existen tantas realidades diferentes como organismos hay. Esto se
debe a que cada ser posee un mundo propio, una experiencia particular que
determina a esa especie y que no puede ser transferible a otra.
Pero entonces, nos
surgen algunas preguntas: A pesar de que sean tan diversos, ¿hay algo que los
caracteriza y los distingue de lo inerte? ¿Cuál es la cualidad que nos perite agrupar
a todos esos organismos como seres vivientes?
Cassirer expone que
esa cualidad que permite agrupar a esos seres como vivientes es la
adaptabilidad: todos se hallan adaptados y en coordinación con el ambiente.
Pero además, lo que los identifica es que están integrados por dos sistemas
estrechamente entrelazados que cooperan y se equilibran. Éstos son el sistema
receptor y el efector. El primero, es por el cual una especie recibe estímulos
del exterior mientras que el segundo, por el cual reacciona ante los mismos. En
términos de Uexküll, estos sistemas forman una cadena denominada “círculo
funcional”.
Nos cuestionamos
acerca del término: ¿Qué entendemos por círculo funcional? ¿Por qué recibe ese
nombre? De acuerdo a nuestra interpretación, es un círculo, una cadena, un
ciclo que se cierra y comienza a empezar. Los seres vivos constantemente
reciben estímulos del ambiente y reaccionan. Por otro lado funcional, porque
este bombardeo de estímulos y reacciones permiten que los seres cumplan sus
tres funciones vitales: nutrición, reproducción y relación. Sin este círculo
funcional, los seres vivos no podrían cumplir sus funciones, por lo tanto, los
dos sistemas mencionados con anterioridad son los que caracterizan a todo
organismo.
Sin embargo, el
hombre se distingue del resto de los seres ya que además de tener estos dos
sistemas, ha encontrado otro, que le permite adaptarse a su ambiente. Éste se
denomina sistema simbólico. Mientras el resto de los seres vivos viven en un
universo puramente físico, el hombre vive en un universo simbólico (lenguaje,
mito, arte, religión).
Retomando lo antes
dicho, todos los seres vivos responden los estímulos del exterior pero, hay dos
tipos de respuestas: las orgánicas (de todos los seres vivos) y las humanas
(solo de los hombres). Las primeras, son respuestas directas e inmediatas
mientras que las segundas, son demoradas, retardadas e interrumpidas por el
pensamiento, entendido como un proceso complejo. Si bien esta demora parece ser
ventajosa, no lo es. El hombre no se relaciona con la naturaleza de forma
inmediata sino que está atravesada por todo lo simbólico y esto hace que
sobrepase los límites y genere, en muchas ocasiones, su deterioro.
El ser humano se
relaciona de forma artificial y no cara a cara con el mundo. No trata con las
cosas mismas sino que, en cierto sentido, conversa constantemente consigo
mismo. Esto hace que viva en medio de emociones, esperanzas y temores,
ilusiones y desilusiones imaginarias en medio de sus fantasías y sueños.
Diversos autores
adjudican al ser humano la racionalidad. Sin embargo, la razón no abarca la
forma de vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad. Es por eso, y en
acuerdo con Cassirer, que en lugar de definir al hombre como un animal
racional, hay que definirlo como un animal simbólico. Esta es la diferencia
específica que lo hace único y que le permite el camino a la civilización.
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